Fuentes de la revisión contractual./ Sources of contract review

Abstract

En nuestra sociedad los contratos se ven afectados por frecuentes emergencias, cambios y transformaciones que suelen ser vertiginosos y obligan a un continuo repensar acerca de sus contenidos, contornos y funciones. En ese marco, muchas veces se impone una adecuación, una corrección del contenido para reanalizar el sinalagma funcional alterado por factores externos, para salvar el equilibrio económico del negocio o el sentido práctico que cimentó su concertación.
La primera vía indicada -obviamente la más conveniente porque supone la autocomposición de intereses entre las mismas partes y evita la intromisión autoritaria de terceros es la readecuación convencional, la segunda, inevitable si fracasa de la anterior, supone que el tribunal someterá el negocio a un nuevo examen para enmendarlo, corroborando si es aún posible a través de la integración de sus cláusulas, reconstruir la función concreta del contrato y verificar si todavía puede satisfacerse el equilibrio prestacional que impulsó a las partes a contratar.
Las facultades judiciales deben ser amplias, aunque no ilimitadas; por ejemplo, modificar algunas cláusulas sin imponer un nuevo contenido distinto del originario, alterar las modalidades de ejecución, adecuar la contraprestación, prorrogar los plazos de cumplimiento, etcétera. Estos poderes judiciales deben utilizarse con cautelosa prudencia, inspirados en el respeto a la fuerza obligatoria de las convenciones contractuales, que sólo admite derogaciones puntuales y excepcionales, siempre inspiradas en parámetros de equidad, razonabilidad y, fundamentalmente, en respeto al principio cardinal de buena fe.
La doctrina italiana más reciente ha señalado con acierto que la adecuación, impuesta por la ley, solicitada por las partes o utilizada por el juez, intenta ajustar el contrato para salvarlo, haciéndolo flexible y evitando la rigidez que impone la cancelación por vía de los remedios ablativos.

ABSTRACT: 
In our society, contracts are affected by frequent emergencies, changes and transformations that are usually vertiginous and force a continuous rethinking of their contents, contours and functions. In this framework, an adaptation is often imposed, a correction of the content to reanalyze the functional synalgma altered by external factors, to save the economic balance of the business or the practical sense that cemented its agreement.
The first indicated route -obviously the most convenient because it supposes the self-composition of interests between the same parties and avoids the authoritarian interference of third parties- is the conventional readjustment, the second, inevitable if the previous one fails, supposes that the court will submit the business to a new examination to amend it, confirming if it is still possible through the integration of its clauses, reconstruct the specific function of the contract and verify if the balance of benefits that prompted the parties to contract can still be satisfied.
Judicial powers must be broad, although not unlimited; for example, modifying some clauses without imposing a new content different from the original, altering the execution modalities, adjusting the consideration, extending the terms of compliance, etc. These judicial powers must be used with cautious prudence, inspired by respect for the binding force of contractual conventions, which only admits occasional and exceptional derogations, always inspired by
parameters of fairness, reasonableness and, fundamentally, in respect of the cardinal principle of good faith.
The most recent Italian doctrine has rightly pointed out that the adequacy, imposed by law, requested by the parties or used by the judge, tries to adjust the contract to save it, making it flexible and avoiding the rigidity imposed by cancellation through ablative remedies.